Me quedo con el mar en calma

Entre luces y sombras16/09/2025 María Beatriz Muñoz Ruiz
  

_5fd0e2e0-0de3-4655-a418-5813acce6059

POSDATA  Press| Argentina


María Beatriz Muñoz Ruiz

 Por María Beatriz Muñoz Ruiz, escritora, poeta, columnista internacional y directora de la revista literaria One Stop New. (España)


Siempre he dicho que, cuando la tristeza me invade, escribo poesía. Así la expulso de mi vida, como si una catarata arrastrara mi melancolía y se la llevara consigo. Muchas personas almacenan sus penas y se inundan por dentro en lágrimas que no saben cómo sacar; yo, en cambio, las guardo en mis poemarios. No escribo para mis lectores, ni me siento superior por creer que lo hago para ellos. Escribo porque sé que, en muchas de mis palabras, otros encuentran también las suyas.

Es fácil compartir imágenes; lo difícil es compartir el alma. Que alguien te mire y sepa lo que sientes. Que descubra que en cada poema se esconde una parte de ti, esa que normalmente no muestras a nadie.

Ser escritora es, a la vez, sencillo y complicado. Hoy ha sido mi cumpleaños, y quizá uno de los más especiales: tranquilo, en familia, con la compañía de mi mejor amiga.

Otros años me empeñé en vivirlo a lo grande: salté, bailé, inventé locuras. Este ha sido distinto. Mi padre se recuperaba de una operación y deseábamos calma. Al principio ni siquiera sabía si celebrarlo; todo dependía de cómo se encontrara él.

La paz que sentí fue algo nuevo: sin expectativas ni euforia, sin decepciones ni planes desbordados, sin mirar atrás ni adelante. Solo ese momento, junto a mi marido, mis hijos y mi familia. Si me hubieran ofrecido el mejor de los planes, no lo habría querido. Fui feliz al ver a mi marido y a mi hija compartir una tarde maravillosa en la universidad, justo antes de su primer día allí. Y al regresar, la felicidad de mi hija y la satisfacción de mi marido me llenaron el alma.

Este artículo, en realidad, iba a ser para Soraya, mi mejor amiga. Quería transcribir la hermosa carta que me escribió, junto a unos preciosos regalos; incluso le había sacado una foto para compartirla. Pero, a última hora, me arrepentí. Dicen que cuando compartes la verdad, la pierdes; con esa carta hubiera pasado lo mismo. Y como si fuera un tesoro, prefiero guardarla solo para mí.

Lo siento. No sé si es algo general, pero como escritora tiendo a compartir demasiado. Y, a veces, hay cosas que deben ser solo nuestras. Creo que no solo los escritores exponemos demasiado; también las redes sociales nos han llevado a mostrar hasta lo mínimo. Sin embargo, no os engañéis: el ser humano se ha vuelto superficial por naturaleza. Juzgamos, criticamos, ignoramos los sentimientos ajenos y opinamos creyendo que siempre tenemos la razón.

Este cumpleaños fue distinto: tranquilo como un mar en calma, sin olas que arrastren la arena. Sencillo, sereno, con amor y madurez pausada. Con quienes debían estar: ni uno menos, ni uno más. Bueno, siempre falta uno… pero incluso este año sentí su presencia. No noté la ausencia: lo imaginé observando, sonriendo, mientras apagaba las velas.

Permitidme el atrevimiento: este año no compartiré mi silencio, porque no quiero perderlo. Pero sí quiero agradecer a todos los que se acordaron de mí y me regalaron su tiempo con una felicitación. Y, sobre todo, gracias a mi madre, protagonista silenciosa de este día. Ella me dio la vida, me llevó nueve meses en su vientre y renunció a tanto por mí.

Otros cumpleaños me llevaban a mirar atrás. Este no. Este año yo soy distinta. Por eso me quedo con las miradas de amor, con el apoyo silencioso y con el abrazo que comprende. Me quedo, también, con la frase de Escarlata O’Hara: “Ya lo pensaré mañana”

Te puede interesar
Lo más visto

"Bienvenidos a nuestro universo, donde las palabras cobran vida y cada historia conecta, inspira y transforma. Gracias por unirse a Posdata, su hogar de grandes relatos."