“Rosetta Tharpe: la madre del rock que la historia olvidó”

Cultura - Sucesos históricos10/10/2025POSDATA PressPOSDATA Press
  

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POSDATA Press | Argentina

Antes de que Elvis moviera las caderas, antes de que Chuck Berry electrizara los escenarios, hubo una mujer negra, guitarrista y cantante de góspel que encendió el fuego del rock and roll. Su nombre era Sister Rosetta Tharpe, y su historia es un eco que merece ser amplificado.

De niña prodigio a pionera del sonido eléctrico

Rosetta nació en Cotton Plant, Arkansas, en 1915, en el seno de una familia evangelista. A los 4 años, ya tocaba la guitarra en giras religiosas junto a su madre. Su talento era descomunal: combinaba el góspel con el blues y el jazz, y lo hacía con una guitarra eléctrica que rugía como nunca antes se había escuchado.

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Su primera gran presentación fue en 1938, en el Cotton Club de Nueva York, donde interpretó “Rock Me”, una canción que muchos consideran el primer tema auténtico de rock and roll. En plena era de segregación racial y patriarcado musical, Rosetta se plantó en el escenario con su guitarra y su voz, desafiando todas las convenciones.

¿Por qué fue olvidada?

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Rosetta fue exitosa en su tiempo, grabó con Decca Records, giró por Europa, y fue ovacionada en lugares como el Griffith Stadium, donde celebró su boda como espectáculo musical. Pero la historia oficial del rock la relegó al pie de página. ¿Por qué?

  • Por ser mujer en un género que luego se narró como masculino.
  • Por ser negra en una industria que blanqueó sus raíces.
  • Por ser queer, en una época que castigaba la disidencia.
  • Porque su legado fue eclipsado por los hombres que la imitaron sin nombrarla.

 Su música y legado

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Rosetta actuó en iglesias, clubes de R&B, festivales de jazz y escenarios británicos. Su estilo influyó directamente en Elvis Presley, Johnny Cash, Little Richard y Eric Clapton. Su guitarra eléctrica, tocada con distorsión y swing, fue el puente entre lo sagrado y lo secular, entre el góspel y el rock.

Murió en 1973, tras un derrame cerebral, sin haber recibido en vida el reconocimiento que merecía. Pero su eco resurgió: en 2018 fue incluida en el Salón de la Fama del Rock and Roll, y hoy su nombre vuelve a sonar como acto de justicia.

Nombrar a Rosetta Tharpe no es solo un gesto de memoria, es un acto de gratitud. Desde este rincón editorial, celebramos su fuego, su guitarra como trueno, su voz como puente entre lo sagrado y lo secular. No queremos olvidarla, porque su eco vive en cada riff, en cada grito que desafía el silencio. Gracias, Rosetta, por abrir el camino sin pedir permiso. Hoy te nombramos, te escuchamos, y te honramos como madre fundadora del rock.


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