
Los riesos del periodismo:“Que nos maten a todos”
El último periodista asesinado en México, Javier Valdez, era una de las voces más reconocidas en la lucha contra el narcotráfico
Sociedad05/17/2017 CVA Producciones IntegralesProtesta de periodistas ayer en Ciudad de México con fotos de Valdez (Pedro Pardo / AFP)
Posdata Digital| Argentina
A Miroslava la mataron por lengua larga. Que nos maten a todos, si esa es la condena de muerte por reportear este infierno. No al silencio”. Este fue uno de los últimos mensajes en Twitter del periodista mexicano Javier Valdez, asesinado el lunes al salir de una junta de redacción en Culiacán, en el estado de Sinaloa, sede del cártel del Chapo Guzmán. Lo dedicaba a Miroslava Breach, corresponsal de La Jornada en Chihuahua, y cuarta asesinada por los narcos en el 2017, el 23 de marzo. Él ha sido el quinto. “Es violento y cada vez se vuelve peor, pero alguien debe hacer el trabajo, ¿no?”, decía unos días atrás el corresponsal de La Jornada desde hacía 18 años en esta violenta región.
El arresto y la extradición del Chapo han desencadenado una violenta guerra de sucesión en el cártel de Sinaloa que ha causado unos cinco asesinatos al día en Culiacán desde principios del 2017. A sus 50 años, Valdez era uno de los más veteranos reporteros del narco en México y un faro para otros periodistas que visitaban su región. Sus libros tuvieron mucho éxito y fue galardonado con el premio María Moors Cabot y el galardón internacional de la libertad de prensa. Era muy visible, quizás demasiado: “En su casa cobijaba a reporteros de cualquier parte que quisieran escribir sobre Sinaloa”, cuenta Andrés Villarreal, jefe de informaciones de Ríodoce, el semanario que había creado para hablar exclusivamente del narcotráfico en Sinaloa. Allí tenía una columna, Malayerba , donde ponía cara a las víctimas
Hace unos dos meses unas “señales” forzaron a la redacción a decidir que Valdez fuera más discreto en sus apariciones internacionales. María Salazar, responsable de emergencias del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ), explica que Valdez y su mujer, Griselda, empezaron a tener miedo porque entraron en el despacho del periodista y porque este obtuvo informaciones muy comprometidas sobre los hijos del Chapo, los chapitos . Entonces decidió irse a la capital unas semanas y se planteó el exilio en el extranjero, pero finalmente creyó que podía regresar a Culiacán. “Valdez era un superperiodista con mucho recorrido y era muy medido”, asegura Salazar, que lo conocía desde hacía diez años porque estaba muy implicado en la protección de los periodistas mexicanos. Sabía cómo moverse, cambiando de ruta, vigilando antes de salir. No fue suficiente.
El lunes por la tarde salió del semanario para volver a casa en su coche. Le había dicho a Griselda que no preparase comida porque iba a comprar pollo. Al subirse en el automóvil , aparcado a unas calles de la redacción, dos hombres simularon un atraco, le sacaron del coche, un Toyota compacto, y le dispararon doce tiros con dos armas . Cuando llegó la policía yacía en el asfalto. Le tapaba la cara el sombrero de paja que nunca se quitaba.
“Estamos completamente convencidos de que, aunque parezca un robo, fue el trabajo de Javier el causante de su asesinato”, cuenta Villarreal, que explica que se llevaron su móvil y su ordenador portátil. Sus compañeros no confían en que las autoridades den con los culpables . “Durante algunos días los ojos estarán puestos en México, pero luego todo pasará”. Salazar es más optimista. Cree que este asesinato marcará “el principio del fin” de la impunidad. El presidente del país, Enrique Peña Nieto, así se lo prometió en una reunión a principios de este mes. El periodismo en México está viviendo en los últimos años una escalada de violencia que ha llevado al cierre de un periódico, el Diario Norte , en el que escribía Miroslava Breach. El CPJ estima que desde el 1992 han muerto 40 reporteros , sin contar a Valdez, 11 en el 2016. Hay otras 50 víctimas sobre las que el CPJ todavía está investigando para saber si su muerte está estrictamente relacionada con el periodismo, y 13 reporteros desaparecidos. El 86% de los crímenes han quedado impunes. “Claro que tenemos miedo –mantiene Villarreal–, pero no vamos a cerrar Ríodoce porque Javier nunca lo hubiese permitido”.
Javier Valdez dijo que ser periodista en México es “como formar parte de una lista negra en la que ellos van a decidir el día en que te van a matar”. Para escapar de tanta violencia visitaba un psicoanalista y de vez en cuando recurría al whisky solo, sin hielo. También escribía.
Vía: La Vanguardia



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