
Kerlin Ullerio: el arte de conectar el alma en la era scroll
Mate y veneno07/21/2025 José Luis Ortiz GüellPOSDATA Press | Argentina
En un mundo donde las redes sociales premian lo efímero, Kerlin Ullerio, Presidente de la Asociación de Empresarios Latinos de España, ha hecho de su perfil en un refugio de autenticidad. No es un influencer al uso; no es un empresario al uso, es un narrador de historias que tejen humanidad en medio del ruido digital.
Con una voz que resuena entre miles, Kerlin ha demostrado que el éxito no se mide en seguidores, sino en las conversaciones que perduran cuando se apaga la pantalla y el trabajo desde la cooperación y el respeto. Hoy, en esta entrevista íntima y sin filtros, desvelamos las capas de una persona r que ha convertido la vulnerabilidad en su mayor fortaleza.
¿Cuál fue el momento en que te diste cuenta de que tu voz podía cambiar
— Cuando me vi inmerso en un proceso judicial injusto, sentí algo que nunca antes había experimentado: la impotencia de querer gritar con la boca sellada. Era como si la verdad hubiera sido secuestrada, manipulada por intereses económicos que convirtieron un simple accidente en una batalla desigual. En ese momento, comprendí lo frágil que puede ser la justicia cuando el poder y el dinero dictan las reglas. Pero también descubrí mi propia fuerza: la determinación de luchar, no solo por mí, sino por cualquiera que haya sentido el peso de un sistema que a veces olvida su verdadero propósito. Aquella experiencia me marcó como profesional y como persona, porque me enseñó que, incluso en los momentos más oscuros, la integridad y la perseverancia son faros que no se apagan.
Hablas de ‘fallar en público’ como parte de tu proceso. ¿Puedes compartir un fracaso que terminó siendo tu mejor maestro?
—Fallar es parte de lo que nos hace humanos, porque somos hijos de los errores. Incluso en el fracaso hay un acierto escondido: la oportunidad de levantarse más sabios, más fuertes. Lo viví en carne propia después de aquel accidente de tráfico, cuando intentaron torcer la verdad, manipular los hechos, convertirme en culpable por puro interés económico. En medio de aquella tormenta, recordé una frase que me sostuvo: ‘Todos somos culpables de algo e inocentes de otras cosas’. Y entendí que la justicia no siempre es ciega; a veces, simplemente mira hacia otro lado.
Pero aquel momento, por doloroso que fuera, también fue un renacer. Cada caída, cada error, se convirtió en un paso hacia mi propia redención. No solo como profesional, sino como persona. Aprendí que las batallas más duras no se libran en los tribunales, sino dentro de uno mismo. Y que, al final, cada tropiezo fue un camino para reencontrarme con lo que realmente importa: mi integridad, mi fe y la certeza de que, incluso en la oscuridad, hay una luz que nos guía.
Si tuvieras que definir tu ‘fórmula’ en tres ingredientes, ¿cuáles serían y por qué duele cumplirlos?
Mi fórmula no es un secreto, pero sí es infalible: nace de la lucha, del ensayo y error, de esos días en los que solo el corazón te dice que sigas cuando la mente ya quiere rendirse.
- Disciplina: Porque el éxito no es un acto, sino un hábito. Es levantarse cuando el cuerpo pide descanso, es seguir estudiando cuando otros apagan la luz, es elegir el largo camino porque sabes que, paso a paso, llegarás más lejos. La disciplina es el puente entre lo que sueñas y lo que alcanzas.
- Determinación: Es el fuego que no se apaga con un 'no', con un fracaso o con un muro de dudas. La misma que me sostuvo cuando las circunstancias quisieron torcer mi camino. Porque cuando tienes un 'porqué', ningún 'cómo' es imposible.
- Objetivo: No es solo una meta, es tu brújula. Es esa imagen clara de hacia dónde vas, incluso en los días borrosos. Yo lo aprendí así: cuando sabes qué persigues, el universo entero conspira para ayudarte... pero primero tienes que dar el paso.
Esta tríada —disciplina, determinación y objetivo— no es magia. Es sudor convertido en carácter, es caer siete veces y levantarse ocho. Y sobre todo, es recordar que los atajos no construyen legados. Lo sé, porque es la misma fórmula que me ha llevado a convertir obstáculos en escalones y sueños en realidad.
¿Qué comentario de un una persona te hizo llorar (de alegría o dolor) y por qué lo guardas en el alma?
—Hay palabras que te atraviesan como cuchillos pero que, con el tiempo, descubres que eran el fuego que necesitabas para forjar tu carácter. 'Aquí no hay ni para los viejos en España, y menos para ti que tienes cara de vago' fue una de esas frases que me dejaron sin aire... pero que después se convirtieron en mi oxígeno.
En mis noches más oscuras, cuando las fuerzas flaquean y las dudas acechan, hago memoria de aquel momento. No para alimentar el rencor, sino para recordarme lo lejos que he llegado precisamente porque alguien dudó de mí. Aquel comentario lleno de prejuicios se transformó en mi combustible secreto, en la voz interior que me dice: 'Demuéstrales lo que vales, pero sobre todo, demuéstratelo a ti mismo'.
Hoy, con la perspectiva que da el tiempo, agradezco incluso esos golpes bajos. Porque me enseñaron que los estereotipos son prisiones que otros construyen, pero sólo nosotros decidimos si vivimos en ellas o las usamos como peldaños. Cuando alguien te reduce a una 'cara de vago', tienes dos opciones: creértelo o convertirte en la mejor versión de ti mismo. Yo elegí la segunda... y cada logro profesional, cada meta alcanzada, es mi forma de responder a aquel día sin necesidad de palabras.
¿Qué proyecto personal no has compartido … pero sabes que debes hacerlo?
—Escribir un libro sobre las vivencias de un inmigrante es dejar al descubierto el alma. Es convertir en palabras esos nudos en la garganta que sentimos al dejar atrás nuestra tierra, los sueños rotos que recogimos al llegar a un país extraño, y las victorias silenciosas que nadie vio pero que saboreamos como los mayores triunfos.
No es solo contar una historia, es abrir las venas y dejar que fluya la verdad: las noches en vilo añorando lo que quedó atrás, el sabor amargo de la discriminación disfrazada de 'consejo', la lucha diaria por demostrar que valemos no solo por nuestros papeles, sino por nuestro coraje. Pero también es narrar la belleza escondida en ese camino: la solidaridad inesperada, la fortaleza que no sabíamos que teníamos, la doble identidad que al final nos hace más ricos.
Este libro sería mi forma de decirle a todos los que llegan con una maleta llena de esperanzas: 'No estás solo'. Y a los que nunca han emigrado: 'Esto es lo que se siente'. Porque más allá de fronteras y documentos, al final todos buscamos lo mismo: un lugar donde que nuestro esfuerzo valga algo, donde nuestras lágrimas no sean invisibles, y donde nuestros hijos puedan heredar no nuestra nostalgia, sino nuestra capacidad de renacer.
¿Has recibido recientemente el Premio Europa 2025, cómo lo recibiste y que te ha supuesto para afrontar los retos profesionales y personales de futuro?
El Premio Europa no es solo un galardón, es la materialización de una promesa. La promesa que nos hicimos como organización cuando decidimos que en los negocios, el éxito y la ética debían ir siempre de la mano. Cada vez que vemos ese reconocimiento en nuestras instalaciones, nos recuerda que el verdadero liderazgo empresarial se mide por la huella que dejamos, no solo por los beneficios que generamos.
Para nosotros, este premio representa algo mucho más profundo que un trofeo: es el símbolo de un compromiso inquebrantable. Compromiso con la transparencia, incluso cuando lo fácil sería mirar hacia otro lado. Compromiso con el apoyo real a los empresarios, porque sabemos que detrás de cada proyecto hay sueños, familias y comunidades enteras que dependen de decisiones tomadas con integridad. Compromiso, en definitiva, con hacer las cosas bien... especialmente cuando nadie está mirando.
Este reconocimiento nos honra, pero sobre todo nos responsabiliza. Porque cada mañana nos despertamos sabiendo que debemos ganarlo de nuevo, no ante un jurado, sino ante nuestra propia conciencia y ante aquellos a quienes servimos. El Premio Europa es nuestro faro, recordándonos que en un mundo donde muchos corren hacia el atajo, el camino recto -aunque más largo- siempre lleva a puertos más seguros.
El 60 % de la población no sólo de España, sino de Europa y me atrevería a afirmar que del mundo esta cansado de la polarización y el enfrentamiento en lugar de trabajar desde el diálogo y el respeto ¿ Cómo ves desde ciudadano, empresario y persona comprometida con temas solidarios ese panorama? ¿ Qué alternativa tú crees que sería posible?.
La política debería ser el arte de tender puentes, pero se ha convertido en el deporte de construir muros. Hoy vemos con preocupación cómo se ha transformado en un arma cargada de divisiones, en lugar de la herramienta de unión que prometía ser. Mientras los ciudadanos nos desgastamos buscando soluciones a problemas reales -una vivienda digna, una educación que nos libere, una salud que no nos abandone-, el escenario político parece empeñado en alimentar batallas artificiales, debates estériles que solo sirven para llenar titulares pero nunca platos.
Esta deriva nos duele porque sabemos que la política puede -y debe- ser otra cosa. La misma que movió a generaciones anteriores a luchar por derechos que hoy damos por sentados. Donde algunos ven trincheras, nosotros seguimos viendo mesas. Mesas que deberían acoger no a enemigos, sino a personas con distintas formas de alcanzar lo que todos queremos: una vida mejor. La coherencia y el sentido común no son ideologías: son el mínimo común denominador que cualquier sociedad necesita para no desmoronarse.
Por eso hoy más que nunca, frente al ruido vacío, reivindicamos el silencio fecundo de las soluciones. Frente al espectáculo de la confrontación, la nobleza callada del acuerdo. Porque al final, cuando las cámaras se apaguen y los micrófonos se callen, lo que quedará son los problemas reales de gente real. Y es ante ellos, no ante las urnas, donde la política debería rendir cuentas.
¿Con qué frase te gustaría que cerráramos?
Ha llegado el momento del cambio, pero este cambio comienza en cada uno de nosotros. Frente a la política que divide, nosotros elegimos sumar. Ante los gritos, moderación. Frente al fanatismo, cordura. En lugar de colores partidistas, ideas claras. Porque lo que necesitamos no son acusaciones, sino propuestas; no enemigos a los que vencer, sino problemas que resolver juntos.
Esta transformación no será fácil, pero es necesaria. Requiere valentía para anteponer el bien común a los intereses particulares, para escuchar antes de hablar, para construir en lugar de destruir. Cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar: como ciudadanos, como profesionales, como seres humanos comprometidos con el futuro de nuestro país.
El cambio que anhelamos no vendrá de arriba hacia abajo, sino de abajo hacia arriba. Será el resultado de millones de decisiones individuales que, unidas, pueden mover el mundo. Porque al final, la política no son solo los que gobiernan: somos todos. Y cuando nos unimos alrededor de valores como la honestidad, el diálogo y el sentido común, no hay desafío que no podamos superar.
Este es nuestro compromiso: trabajar cada día para demostrar que otra forma de hacer política es posible. Más humana. Más cercana. Más útil. Porque el futuro no se espera: se construye. Y la herramienta más poderosa para construirlo eres tú.
Por lo que tengo entendido estás aspirando a la presidencia de la Fuerza del Pueblo en Europa, ¿Que te motiva a dar ese paso y cómo funciona el partido político en esta demarcación ?
¿Qué me motiva?, lga palabra deber que me has mencionado… para mí no es solo una obligación, sino un latido.
Cuando veo a una madre dominicana trabajando hasta altas horas para enviar remesas a su hijo en Santo Domingo… cuando hablo con jóvenes que dejaron su tierra llenos de sueños y aquí luchan contra la burocracia o la soledad… algo se me revuelve dentro. Esa es mi gente. Y no puedo llamarme líder si no les devuelvo, con hechos, la esperanza que ellos merecen.
La Fuerza del Pueblo en Europa no es una maquinaria electoral. Es una familia. Trabajamos desde las bases: en los barrios donde se escuchan merengues a las 3 a.m., en las asociaciones donde se reparten fotos de los que quedaron atrás… Porque nuestra representación no será real si no nace de ahí, de los abrazos y las frustraciones compartidas.
Y sí, hablamos de triunfo electoral, pero no para llenar escaños… sino para llenar platos, para que las llamadas a casa no sean solo de nostalgia, sino de orgullo: ‘Logramos que nos escuchen’.
Por eso estoy aquí: porque nadie defenderá a nuestra comunidad como quien ha vivido en sus zapatos. Y l juro que, si me eligen, no seré una voz más en un hemiciclo… seré el megáfono de los que nunca fueron escuchados
Kerlin, hoy no solo hemos hablado de política, sino de almas que laten entre dos mundos. Tú representas algo que trasciende fronteras: el inmigrante que convirtió el dolor en propósito, el empresario que puso la ética antes que el beneficio, y el líder que escucha los merengues de la madrugada para recordar de dónde viene.
Tu historia no es solo tuya. Es la de millones que cruzan océanos buscando dignidad, la de quienes luchan contra prejuicios con trabajo silencioso, la de los que creen que la política puede volver a ser un abrazo en vez de un muro.
Por eso, al cerrar esta entrevista, quiero dejarte con una pregunta que es también un desafío para nuestros lectores: ¿Qué pasa cuando un hombre que sabe lo que es vivir desde la indiferencia hacia el que viene de fuera? ¿Qué cambia cuando quien gobierna lleva en la voz los acentos de los que nunca fueron escuchados?
Tú, Kerlin, ya no eres solo el Presidente de los Empresarios Latinos o un candidato más. Eres la prueba de que otra política es posible: una donde la autenticidad no se negocia, donde las cicatrices son credenciales, y donde Europa y Latinoamérica se miran por fin como iguales.
Que esta conversación no termine aquí. Que sea el primer capítulo de un movimiento que hermana continentes. Porque el futuro no se escribe con discursos, sino con hechos… y los tuyos, hoy, nos han dicho algo claro: el poder no corrompe cuando se ejerce desde el amor al pueblo.*
Gracias por recordarnos que los verdaderos líderes no nacen en los palacios, sino en las calles donde la vida duele… y se transforma.


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