
Canillitas: piernas flacas, voces fuertes
Crónica ritual de un oficio que aún resuena en las esquinas del alma. El próximo 7 de noviembre. ese día, el Día del Canillita, se recuerda a Sánchez y a todos los que hicieron del papel impreso un gesto de comunidad.
Cultura - Sucesos históricos20/10/2025
POSDATA Press| Argentina
No tenían micrófono, pero su voz llegaba a todos. No tenían oficina, pero sabían más que muchos editores. No tenían descanso, pero sí ritual: cada mañana, el grito. Cada tarde, la espera. Cada noche, el silencio de quien ya lo dijo todo.
Los canillitas no fueron solo vendedores de diarios. Fueron cronistas espontáneos, mensajeros del barrio, guardianes del rumor y del titular. Su cuerpo era ágil, sus piernas flacas, sus ojos atentos. Su boina ladeada, su pantalón corto, sus medias tres cuarto. Su grito, un talismán: “¡Prensa! ¡Nación! ¡Argentina!”

Canillitas en bicicletas con su logo de Clarín. Foto: archivo Clarín
El nombre nació en 1902, cuando Florencio Sánchez estrenó su sainete Canillita. El protagonista era un niño que vendía diarios para sostener a su familia. Tenía las “canillas” delgadas, y así quedó bautizado el oficio. Desde entonces, el lunfardo lo abrazó, la calle lo celebró y la memoria lo sostuvo.
Cada 7 de noviembre, Argentina detiene la rotativa. No hay diarios. No hay gritos. Hay homenaje. Ese día, el Día del Canillita, se recuerda a Sánchez y a todos los que hicieron del papel impreso un gesto de comunidad.

Canillita de la ciudad de Junin 1915. Foto del libro de la Razón (Un siglo, 2005-2025).
Luis Sandrini lo llevó al cine en El canillita y la dama (1938), donde un vendedor de diarios finge ser hijo de un millonario y se enamora de su supuesta hermana. La película, aún disponible en YouTube, es una joya que mezcla humor, ternura y calle.
En Junín, los nombres resuenan como campanas: Gino Lombardo, El Rengo Martínez, Oscar Vega, Roberto García, Osvaldo Baños. No están en los libros, pero sí en las esquinas. No tienen monumento, pero sí memoria.
El tango Talán, talán, escrito por Alberto Vaccarezza en 1924, los inmortaliza:
“Prensa, Nación y Argentina, gritan los pibes de esquina a esquina” La versión de Gardel aún estremece.
Los canillitas eran resilientes, solidarios, memoriosos. Portaban noticias, pero también afectos. Eran compañía. Eran ritual. Eran voz.
El homenaje de nuestra columnista Sil Pérez, quien desde la columna "La cima del tiempo" nos ofrece un gesto de reconocimiento a los canillitas: esos mensajeros de la calle que supieron sostener la ciudad con piernas flacas y corazón abierto. Leélo aquí
Hoy, cuando el papel se desvanece y el grito se silencia, Posdata los recuerda. No como oficio, sino como gesto. No como historia, sino como vibración.



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